04 febrero, 2011

LA TEORÍA DE LAS VENTANAS ROTAS


¿Conocen la Teoría de las ventanas rotas?

Es una teoría que demuestra que todas las personas, independientemente de su estatus social, su poder adquisitivo o el medio ambiente donde se desarrollan, son proclives al contagio de las conductas inmorales o incívicas.

Tiene su origen en el experimento de Psicología social llevado a cabo en 1969 por el Prof. Phillip Zimbardo de la Universidad de Stanford (EEUU). Dejó dos autos abandonados en la calle, dos autos idénticos, la misma marca, modelo y hasta color. Uno lo dejó en el Bronx, por entonces una zona pobre y conflictiva de Nueva York y el otro en Palo Alto, una zona rica y tranquila de California. Dos autos idénticos abandonados, dos barrios con poblaciones muy diferentes y un equipo de especialistas en psicología social estudiando las conductas de la gente en cada sitio.

Resultó que el auto abandonado en el Bronx comenzó a ser vandalizado en pocas horas. Todo lo aprovechable se lo llevaron, y lo que no lo destruyeron. En cambio el auto abandonado en Palo Alto se mantuvo intacto.

Es común atribuir a la pobreza las causas del delito (léase por pobreza baja calidad de vida y menos oportunidades de estudiar y por ende de surgir económicamente). Atribución en la que coinciden las posiciones ideológicas más conservadoras, (de derecha y de izquierda). Sin embargo, el experimento en cuestión no finalizó ahí, cuando el auto abandonado en el Bronx ya estaba deshecho y el de Palo Alto llevaba una semana impecable, los investigadores rompieron un vidrio del automóvil de Palo Alto. El resultado fue que se desató el mismo proceso que en el Bronx, y el robo, la violencia y el vandalismo redujeron el vehículo al mismo estado que el del barrio pobre.

¿Por qué el vidrio roto en el auto abandonado en un vecindario supuestamente seguro es capaz de disparar todo un proceso delictivo?

No se trata de pobreza. Evidentemente es algo que tiene que ver con la psicología humana y con las relaciones sociales. Un vidrio roto en un auto abandonado transmite una idea de deterioro, de abandono, de desinterés, de despreocupación que va rompiendo códigos de convivencia, como de ausencia de ley, de normas, de reglas, como que “vale todo”. Cada nuevo ataque que sufre el auto reafirma y multiplica esa idea, hasta que la escalada de actos cada vez peores se vuelve incontenible, desembocando en una violencia irracional.

En experimentos posteriores (James Q. Wilson y George Kelling) desarrollaron la misma ‘teoría de las ventanas rotas’ desde un punto de vista criminológico concluyendo que el delito es mayor en las zonas donde el descuido, la suciedad, el desorden y el maltrato son mayores.

Si se rompe un vidrio de una ventana de un edificio y nadie lo repara, pronto estarán rotos todos los demás. Si una comunidad exhibe signos de deterioro y esto parece no importarle a nadie, entonces allí se generará el delito. Si se cometen ‘pequeñas faltas’ y las mismas no son sancionadas, entonces comenzarán faltas mayores y luego delitos cada vez más graves porque las conductas incivilizadas son contagiosas.
El mensaje es claro, una vez que empiezan a transgredirse las normas que mantienen el orden en una comunidad, tanto el orden como la comunidad se deterioran y la mayoría de las personas civilizadas se retraen o se van, permitiendo que esos espacios abandonados sean progresivamente ocupados por personas que se sienten cómodos en ambientes degradados.

Hasta aquí he citado casi textualmente lo leído recientemente sobre la Teoría de las ventanas rotas pero yendo más allá me atrevo a decir que ésta teoría no solo es válida en la vida social pública sino que se observa también y con mayor intensidad en las comunidades virtuales, donde los demonios internos y las bajas pasiones afloran sin pudor amparándose en el anonimato y en la impunidad. El chat, ese mundo al revés donde el transgresor no es un delincuente sino una suerte de payaso surrealista que algunos encuentran gracioso y otros condenan por su comportamiento mediocre o vulgar  pero no se atreven a ignorar porque prefieren ver el circo mientras esperan por un tema interesante que nunca llega. Y es así que por inercia o por aburrimiento, las personas decentes se retraen y progresivamente se habitúan a éste tipo de situaciones y hacen del silencio una autorización tácita que le da espacio al tonto o la tonta de turno para proferir insultos, difamaciones y descalificaciones en su intento por quebrantar la dignidad de las personas que le resultan incómodas, bien sea porque lo superan en calidad humana, porque su estupidez no le permite medirse con el intelecto o simplemente porque le caen antipáticas.
Algunos actúan solos, otros con cómplices y no faltan los pescadores en río revuelto que se suman de inmediato al vandalismo emocional formando verdaderas hordas. Quien salga a enfrentarles se arriesga a ser catalogado de aguafiestas o de autoritario y hasta se leen frases que abogan por los derechos de éstos impresentables a expresarse como les venga en gana porque así es el chat, una comunidad donde “vale todo” y ese todo es relativo y a quien no le guste que ignore o que se vaya pero que no fastidie. El show debe continuar porque al fin y al cabo presenciar el juicio y el linchamiento virtual de un nick perpetrado por verdugos profesionales del chisme y de la mediocridad… resulta más divertido.

No es de extrañar que cada día, personajes considerados interesantes de leer, distancien sus entradas o desaparezcan definitivamente de los chats. La memoria virtual es desagradecida y lo más probable es que se les olvide rápidamente, pero no faltará quienes, inmunes al contagio y cansados del show vandálico, los evoquen con nostalgia o con cierto sentimiento de culpa por haber sido testigos anónimos e indolentes y no haber parado a tiempo la pedrada que rompió la ventana por donde se fugó la decencia y salieron despavoridos los guardianes del orden.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Muy interesante, lo malo de todo esto trasladandolo al chat, es que ahi al ser la entrada gratis, entra todo tipo de gente , malean la sala y se van la gente mas interesante por la degradación de lo que podia ser un sitio de encuentro.

Anónimo dijo...

el chat es publico pero el servicio de internet no lo es gratis son las calles y no se ve tanto malaje como en la sala

Anónimo dijo...

El chat, como público y gratuito que es, da oportunidades a todos, simplemente se trata de "respeto" empezando por uno mismo, para poderlo extender a los demás. Quién no se respeta, no respeta. Quién insulta, lo usa como su razón, por no tener en su poder la verdad.
Uno más...